Provengo de una familia de tradición italiana, en la que la comida era uno de los motivo de reunión familiar. Especialmente los fines de semana, ha sido esto lo que me ha motivado desde muy pequeña a estar en la cocina. Mi padre, a quien  le gustaba mucho preparar platos italianos, fue el que me introdujo en la cocina de la Liguria, el sabor del pesto, los gnocchi, la polenta,   él  siempre estaba por hacer hacer algún plato típico, a veces con buen resultado a veces no muy bueno, pero con ese sabor típicamente  italiano; pero quienes más influyeron en mi curiosidad por la cocina, fueron mis vecinas italianas, la damas que vivían en frente de mi casa, las señoritas Crovetto, que ya eran mayores, ellas sin saberlo, dejaron un recuerdo en mi, que de manera inconsciente me han hecho ir por el mundo buscando esos sabores, que ya no volverán, pero que orgullosamente digo, yo he conservado en mi memoria y he podido dar con alguno de ellos. Aún recuerdo el aroma de la fugazza, ese pan italiano con cebolla aceite oliva, y orégano delicioso. 

También mis abuelas, en especial la madre de mi padre, ella era una excelente cocinera, pero de aquellas que de la nada, hacían un plato exquisito, y la madre de mi madre, que con sus platos típicos del campo, hacia las delicias de nuestras vacaciones.

    Ahora yo también he descubierto  que los condimentos y hierbas como la canela, genjibre, nuez moscada, clavos de olor, orégano, tomillo, comino, cúrcuma etc., aportan sabor y aroma a las comidas. Cada país, a través de ellos, marcan su identidad y cultura y hacen de sus sabores algo especial. 

Son las especies, las que en pequeñas cantidades, dan el sabor adecuado para cada comida, y deben ser usadas e interpretadas como una canción, no se puede abusar de ellas ni mezclarlas de manera arbitraria, cada especie debe ser usada de acuerdo a la comida y del resultado que queramos obtener. Es un Arte.